domingo, 2 de noviembre de 2014

Aristóteles, le dio alma a la vida pero no evolución




A Aristóteles se le considera, el padre de la Biología. La vida la concibió como alma. Lo que está vivo es porque tiene alma, consideraba Aristóteles.
Fue un naturalista que observó el mundo viviente animal y vegetal, describiendo más de 500 especies. Pero pasó por alto que las semejanzas entre especies podría darle un mismo origen; es decir, un sentido evolutivo.
Las plantas tienen alma vegetativa que le dan nutrición y reproducción. Los animales tienen alma sensitiva confiriéndole nutrición, reproducción, percepción, movimiento y deseo. Todas estas afirmaciones las hizo Aristóteles basado en la observación y en el uso de la lógica.
Con respecto a los humanos, consideró Aristóteles que el alma racional les confería a estos seres, además de las cualidades otorgadas a vegetales y animales una muy importante: el razonamiento. Así el humano, conocido hoy como Homo sapiens, era, según Aristóteles un animal racional.
Indudablemente, Aristóteles ejerció una gran influencia en muchos aspectos de la cultura occidental (europea y americana). Como biólogo fue descriptivo, más no explicativo. Sorprende en Aristóteles que no se le haya ocurrido que los seres vivos pudiesen estar conectados por vínculos de origen lo que lo hubiese llevado a la idea de la evolución. Sabido es que Aristóteles hizo una gran descripción del delfín resaltando su comportamiento social, su respiración pulmonar,  placenta y actividad mamaria llegando a compararlo con los cuadrúpedos y con el mismo humano. No obstante, le faltó la chispa del vínculo de origen, semilla de la evolución.
Aristóteles, el filósofo griego si fuese inmortal tendría ahora 2.398 años. Pero no fue así. Murió en el año 322 a.C.
En próximos post escribiremos sobre este tema.

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